sábado, 1 de marzo de 2008

Efecto mariposa.Por Julio Obeso y Víctor Gómez

Está ocurriendo una vez más
con la natural cadencia del tránsito entre estaciones:
La fantasía y la palabra enamorándose.

Parte el mensaje.
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Efecto mariposa en el pulso de ella.
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El, con su enésimo café corto y fuerte, presiona letras que no existen, que no funcionan salvo en su mirar. Es así su enfoque, una conversación con los seres inexistentes que habitan los momentos.
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El, capaz de hacerse entender con tres apuntes, dos exclamaciones, un silencio. La revolución es un trapecio, cuando los trampolines se alzan desde el tercer universo (sin red entre el hambre y el derecho a vivir), salto mortal lanzado, tirabuzón, vértigo ¿dónde están las manos? ¿no era esto un juego de amor entre contrarios? No, no lo era. Quizá sea por no reventar del todo que sus palabras endulzan de once en once las tazas, de veintisiete en veintisiete los trinos que diluyen el sueño de los pájaros.
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Siempre le vi con lápices en las manos: "Niño, niño : Dibújame un elefante arrodillado, un payaso mandarina, el cobertizo donde la leña guarda al miedo" Sólo podré entender o seguir lo que trama el águila, si tú me avisas de su vuelo. A veces confundo su sombra, el paso de su sombra, con la inocencia de un gesto.
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Llega el mensaje.
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Ella, no sé, frágil en el trabajo, quebradiza en la siesta, ladea la cabeza (es un ángulo que adora la inspiración). Criba las sensaciones y cascarillas de tinieblas se despojan de torturas que no son pasado, caen a sus pies y parecen fósiles de aves bicéfalas, mustias flores de un invierno que fue cetro de la muerte insostenible, preñada de esperpénticas banderas.
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Está llorando, no sé, por la carne que nunca fue, por la que siendo nunca quiso crecer. Ella que se aferra a las manos del viento en cualquier cabina, sabe que ese vuelo ha de hacerlo sola. Busca almas que partieron a destiempo, partidas por el hacha infinita del grotesco.



Thiamen esparcida de arroz en bodas de sangre. Madres de mayo alérgicas a las primaveras. Auschwitz-Birkenau (consiguieron hacer jabón con sus pellejos).
La mala muerte del número trece en rosas indomables.
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Con el cariño que sólo en las madres nace, afila un lápiz rojo. Escribe en el vidrio : "Vendimia en mí olvido. No encontrarás vid más seca a tus dedos cizalla"Se van levantando y se acercan para firmar, al fin con su nombre, los huérfanos de todas las guerras.
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Julio Obeso


Dile a ella que quite nuestros poemas y siembre tu prosa, como el agua de lluvia que de nunca llegar a precipitarse, nos convierte a la religión de las nubes benefactoras, del cielo sanador.
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Dile que quite mi cordura y su temblor, porque en éste páramo del presente, locura sólo de un sol brilla tras la lluvia, de sólo un sol nace a las simientes invisibles con su osadía, desde su milagro, posibilitado sin crimen ni desmemoria, sin odio ni abandono, un verde espacio de afectos y alas, un verde espacio de encuentro y palabra. Dile que te envidio más desde que eres poeta (o sea desde que España juega a fútbol y en Dinamarca beben cerveza).
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Víctor Gómez.

1 comentario:

Julio Obeso González dijo...

Ana: Gracias. El tiempo, con frecuencia, juega en contra de la sorpresa; desde luego no en tu caso. Tienes un photoshop en el alma que funciona sin descanso, eres formidable. Me gustaría que pusieses el poema de Víctor y el tuyo, que dieron lugar a este comentario, antes del mismo. Las musas deben tener su sitio.
Un besazo jerezana.
Julio