Lugar de encuentro de los componentes de la Asociación Poética Caudal y sus amigos. Diversidad, curiosidad, tertuliana palabra, fraterna crítica, amorosa mirada al mundo, al triple presente (recuerdo, inmanencia, porvenir) y al ser humano.
Yapasó el tiempo en que me acercaba a ti como a un almácigo. Entraba en tu ámbito extenso, casi inconmensurable, más allá del contexto, como quien entra más allá de sí mismo al páramo donde se encuentra. Me quedaba mirándote sin decir, era como la misma hora siempre, era como una paz o una especie de paz. Desaparecían las tensiones. Era como una especie de paz en extinción.*
No había árboles pero tampoco guerra. Yo sabía que al entrar en ti como quien entra a tu lugar no iba a ganar el premio. Y todo lo que tenía encima me presionaba. El sol, siempre, es una gran presión.* Yo era los animales. Yo era los animales pacificados no por tu música sino por tu silencio. Por los acordes que no oía, por las voces que no escuchaba, hay una prolongación. Hay una conjunción, muy extraña, de rododendros. Yo logré ser —y ese es mi triunfo— un silencio de los animales esperando de ti o una especie, una señal. -
A mi madre que se entregó con todas sus fuerzas y durante toda su vida en procurar el bienestar de su familia.
Antonio Martínez i Ferrer
--- desconciertos
…y se rompieron las emociones con la llegada de la consciencia. A mi madre superviviente de innumerables y trágicas batallas por la vida, se le habían endurecidos los sentimientos.
En ella brotó la más feroz de las actitudes hacia todo lo que la rodeaba, cogiendo con todas sus fuerzas todo aquello que le parecía adecuado a su bienestar acusándonos a todos, familiares y servicios hospitalarios de sus sufrimientos.
Se tornó brusca, exigente e intolerante, cualquier molestia derivada de su estancia en la cama se tornaba en un grito acusándonos a todos de ser los culpables de su estado.
Pienso también que la inmovilidad le causa un profundo miedo que aumenta todos los mecanismos de autodefensa por lo que su actitud era el controlar, -según su criterio-, cuanto le rodea, sin tener en cuenta las opiniones médicas.
De hecho está convencida de que todos le mienten y no le aplican aquellos fármacos específicos para calmar el dolor.
---- ---- EL HUESPED ---- Mucho antes de anochecer entra en tu casa quien con lo oscuro el saludo cruzó. Mucho antes de amanecer despierta y atiza, antes de irse, un sueño, un sueño resonante de pasos: le oyes recorrer las lejanías y hacia allí lanzas tu alma
Gonzalo Rojas lee el poema "Monumento al mar" de Vicente Huidobro.
Paz sobre la constelación cantante de las aguas Entrechocadas como los hombros de la multitud Paz en el mar a las olas de buena voluntad Paz sobre la lápida de los naufragios Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas Y si yo soy el traductor de las olas Paz también sobre mí.
He aquí el molde lleno de trizaduras del destino El molde de la venganza Con sus frases iracundas despegándose de los labios He aquí el molde lleno de gracia Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las estrellas
He aquí la muerte inagotable desde el principio del mundo Porque un día nadie se paseará por el tiempo Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos
Este es el mar El mar con sus olas propias Con sus propios sentidos El mar tratando de romper sus cadenas Queriendo imitar la eternidad Queriendo ser pulmón o neblina de pájaros en pena O el jardín de los astros que pesan en el cielo Sobre las tinieblas que arrastramos O que acaso nos arrastran Cuando vuelan de repente todas las palomas de la luna Y se hace más oscuro que las encrucijadas de la muerte
El mar entra en la carroza de la noche Y se aleja hacia el misterio de sus parajes profundos Se oye apenas el ruido de las ruedas Y el ala de los astros que penan en el cielo Este es el mar Saludando allá lejos la eternidad Saludando a los astros olvidados Y a las estrellas conocidas.
Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus pequeñas /manos temblorosas El mar empujando las olas Sus olas que barajan los destinos
Levántate y saluda el amor de los hombres
Escucha nuestras risas y también nuestro llanto Escucha los pasos de millones de esclavos Escucha la protesta interminable De esa angustia que se llama hombre Escucha el dolor milenario de los pechos de carne Y la esperanza que renace de sus propias cenizas cada día.
También nosotros te escuchamos Rumiando tantos astros atrapados en tus redes Rumiando eternamente los siglos naufragados También nosotros te escuchamos
Cuando te revuelcas en tu lecho de dolor Cuando tus gladiadores se baten entre sí
Cuando tu cólera hace estallar los meridianos O bien cuando te agitas como un gran mercado en fiesta O bien cuando maldices a los hombres O te haces el dormido Tembloroso en tu gran telaraña esperando la presa.
Lloras sin saber por qué lloras Y nosotros lloramos creyendo saber por qué lloramos Sufres sufres como sufren los hombres Que oiga rechinar tus dientes en la noche Y te revuelques en tu lecho Que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos Que los niños apedreen tus ventanas Que te arranquen el pelo Tose tose revienta en sangre tus pulmones Que tus resortes enmohezcan Y te veas pisoteado como césped de tumba
Pero soy vagabundo y tengo miedo que me oigas Tengo miedo de tus venganzas Olvida mis maldiciones y cantemos juntos esta noche Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar Olvida los presagios funestos Olvida la explosión de mis praderas Yo te tiendo las manos como flores Hagamos las paces te digo Tú eres el más poderoso Que yo estreche tus manos en las mías Y sea la paz entre nosotros
Junto a mi corazón te siento Cuando oigo el gemir de tus violines Cuando estás ahí tendido como el llanto de un niño Cuando estás pensativo frente al cielo Cuando estás dolorido en tus almohadas Cuando te siento llorar detrás de mi ventana Cuando lloramos sin razón como tú lloras
He aquí el mar El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres Esas barcas que pescan a la orilla del cielo Esos peces que escuchan cada rayo de luz Esas algas con sueños seculares Y esa ola que canta mejor que las otras
He aquí el mar El mar que se estira y se aferra a sus orillas El mar que envuelve las estrellas en sus olas El mar con su piel martirizada Y los sobresaltos de sus venas Con sus días de paz y sus noches de histeria
Y al otro lado qué hay al otro lado Qué escondes mar al otro lado El comienzo de la vida largo como una serpiente O el comienzo de la muerte más honda que tú mismo Y más alta que todos los montes Qué hay al otro lado La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo O el torbellino eterno de pétalos tronchados
He ahí el mar El mar abierto de par en par He ahí el mar quebrado de repente Para que el ojo vea el comienzo del mundo He ahí el mar De una ola a la otra hay el tiempo de la vida De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte
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