domingo, 27 de marzo de 2011

DAVID F. MONTHIEL: Por donde pasa la poesía

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En la hospitalidad de Sonia y David, Cadiz fue en marzo un tiempo insurrecto, también de amistad y silencioso des-aprendizaje.
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A la vuelta, releo con nocturnidad a David, sus poemas vuelven a desanestesiar, a rascar donde pica, a reevaluar la esperanza, también la desobediencia civil y poética.
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Su generosidad no es moneda de cambio. Su alegría no es ensimismamiento. Su fuerza no es violencia. Su fragilidad no es doma. Su palabra no es ficción. Su imaginación no es fuga. Su resistencia no es baladí. Frente a los lenguajes del ego, el ego descentrado y fragmentario desde el que reconocer el mundo, sus tensiones, sus vínculos, sus fracasos y sus suficiencias, lo acosado, lo desacordado, lo estructural del daño, la hermosura del hermanamiento, la libertad del no acomodado, el itinerario a la intemperie que es toda poética pertinaz.
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V. G.
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IN GIRUM IMUS NOCTE ET CONSUMIMUR IGNI


Hemos venido para no hacernos los sordos,
para golpear desde la palabra,
para continuar en pie amándonos,
para mirar el rostro de la muerte,
y seguir soñando, seguir viviendo.
Hemos venido para no volver,
para despertar en el paso adelante
y ser cada día un único cuerpo
que desea una luz en carne viva,
un verbo de plural desinencia.
Hemos venido para cambiar la vida.
Nuestro terror será suave caricia
en los tiempos de mordaces bozales.
Hemos venido para formar parte,
para ser poema, para ser trabajo.
Hemos venido para esperanzarnos,
para vivir de nuestras manos,
para tener un nombre sin fiebres
deudoras o vómitos mensuales,
para ser gritos o cuchillas que desentierren
las podridas raíces.
Hemos venido para ser feroces
a pesar de mandíbulas
y de segundos despojados,
a pesar de domingos asignados
a la cómoda muerte.
Hemos venido para preguntarnos,
para vivir a la intemperie,
para ser un instante incómodo
en el tiempo pasajero de los ladrones.
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David F. Monthiel,
poema de Las cenizas de Salvoechea

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LAVORO NERO, II
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Sin embargo, de camino del bar...,
pensé que todo acabaría mal.
Parece absurdo, pero es cierto.
No oía mis pasos.
Eran los de un hombre muerto.
Perdición (1944)
Con calcetines blancos. Sandalias.
Chancleteo. Sombrillas, cárceles de pálidos.
Camisas que te dejan ciego.
Gafas de mercadillo. Hombros despellejados.
Lánguidos pechos. Celulitis desbordante.
Turistalandia.
Doce horas. Mi turno. Esto no terminará bien.
La terraza es un cadalso. Almuerzos.
Propinas de mierda.
El poeta quería ser verano.
Y quiere dormir el sueño eterno.
Los fonemas de hierro
hienden el aire de agosto
como extrañas órdenes.
El poeta quería ser verano.
Esto no terminará bien.
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LAVORO NERO, V
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No es que ellos tensen la cuerda,
los nudos de hierro.
Sucede
que tú aflojas
Y aflojas.
Y no dejas de aflojar
Y ellos la van recogiendo.
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LAVORO NERO, X
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Si te gusta, bien. Su voz se endureció.
Encendió un cigarrillo. Recordé
su último despido. Empapeló sin palabras.
Posó la mano sobre el hombro. Fuera,
susurró. Deseé abalanzarme y destrozarle.
Decidí aguantar. Necesitaba la pasta.
Ya vendrán tiempos mejores. Seguro.
Tengo a cien que querrán sustituirte.
No tengas paz en cien horas. Cien meses.
Se giró. Y si no te gusta, ahí tienes la puerta.

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