miércoles, 11 de enero de 2012

JORGE RIECHMANN: El capitalismo es un orden social caníbal, y yo aspiro a dejar de devorar a mis semejantes.

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- ¿Cuáles han sido los puntales básicos en tu aprendizaje como escritor? ¿Te has sometido o te sometes a algún tipo de disciplina literaria? ¿Naciste o te hiciste escritor? ¿Crees únicamente en el trabajo diario o le otorgas algún papel a la denostada inspiración cuando encaras el folio/ la pantalla en blanco?


He mencionado ya dos de los puntales básicos: en los años de adolescencia, los dos círculos de diálogo y experiencia humana y literaria que constituían mi grupo de amigos letraheridos por un lado, y la relación con Pepe Mascaraque por otro. Creo que aprender idiomas -sobre todo francés y alemán en mi caso; inglés en menor medida- es fundamental para un escritor joven: abre horizontes, y quita mucho pelo de la dehesa poseer en su lengua original al menos otra gran literatura a la escrita en la lengua materna de uno. Con la primera traducción de Char que hice para Hiperión -La palabra en archipiélago- tuve una gran fortuna: poder discutirla línea a línea con un traductor paciente y avezado, Ramón Buenaventura. Fue una de las experiencias más instructivas de mi vida. No he asistido a escuelas de letras o talleres literarios.
Creo que la disciplina de quien escribe poesía no es tanto una disciplina literaria como una disciplina de vida. Cierta determinación y terquedad en la aventura de vivir. En un poema he escrito que los poetas no son ciudadanos especiales. La materia de su vida cotidiana es la de cualquier hijo de vecino. Quizá lo que diferencie a un poeta sea la calidad de su atención, el empeño de vivir hasta el fondo, el trabajo de elaboración -consciente o inconsciente- de sus vivencias. Está siempre de servicio, hasta durante el sueño (algunas escuelas poéticas dirían que sobre todo durante el sueño). En cierto sentidovive hacia el poema: pero como esta actitud, las más de las veces, no es fruto de un esfuerzo voluntario sino más bien un hábito adquirido, la cosa no resulta tan agotadora como podría parecer. Vive así hacia el poema: pero el poema llega, cuaja, cristaliza, se escribe cuando él quiere (o sea, en cualquier momento del día o la noche, incluyendo la ducha, la duermevela y el autobús). La experiencia del puñado de versos, o a veces el poema entero, escritos a vuelapluma como recogiendo un dictado es tan conocida que no vale la pena detenerse en ella. No hay ahí ninguna comunicación numinosa: estamos recogiendo el fruto de lo que nuestra atención y curiosidad sembró durante aquel vivir hacia el poema.
De manera que el disciplinado trabajo diario -en el sentido de: levantarse a las siete y sentarse delante del ordenador- me sirve para escribir ensayo sobre ecología o sobre política, pero no para escribir poesía (que anoto en cuadernos que siempre llevo conmigo, y soy incapaz de escribir directamente al ordenador).


- ¿Qué ha representado tu licenciatura en matemáticas y tu doctorado en ciencia política a la hora de tomar la decisión de convertirte en escritor? ¿Y en el despertar de tu vocación?

Escribía, y quería ser escritor -quizá de manera algo confusa-, desde antes de entrar en la universidad. En mi período de estudiante universitario quería estudiar demasiadas cosas a la vez: matemáticas, filosofía, sociología, política, literatura. Y al menos desde los veinte años quería con claridad ser más o menos lo que soy: un tipo de escritor acaso más móvil que otros, bastante catacaldos, un poco enfermo de curiosidad intelectual, entrometido en lo que me parecen los grandes debates sociales de mi tiempo -desde la sustentabilidad ecológica al reparto del trabajo, desde la manipulación genética a la erradicación de la guerra-, y para quien la almendra más irrenunciable, preciosa y delicada se encuentra en la poesía.



Entrevista completa realizada por Noemí Montetes a Jorge Riechmann, aquí.
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para Michel
en su dolor y en su desconcierto
El tumor le deformaba el vientre
como una teta monstruosa.
Hoy ha reventado.
El hedor inunda toda la casa.

La perrita Asphodèle agoniza
con los ojos abiertos
al vacío de todas las preguntas.

Pronto la intravenosa de sombra
apagará el dolor sorprendente de ser.

El mundo está enfermo de soledad.


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  VERWISCH DIE SPUREN
Me han hablado del poeta
que se arroja ácido a la cara durante los recitales
y escribe en el cielo preprogramado de California
con humo de aeroplanos
y me impresiona la calidad de esta ética laboral
tan a la altura
de nuestros tiempos de paleocapitalismo posmoderno:
todo por la patria
por el patrón
por el poder
por la poesía...
pero me temo
que ni siquiera con tanto sacrificio
consigue durar más de diez segundos en los telediarios.
Prefiero
otra estrategia lateral, contraria:
escribir en la arena
y hablar en voz muy baja
para que tú me oigas.
Borrar las huellas.


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